Según Jorge Castaneda, México es como un niño olvidado quien ha desarollado ciertos mecanismos para sobrevivir, pero que ya no le valen en el mundo moderno.
Los Mexicanos, por ejemplo, resultan ser individuales que acuden muy pocas veces a los proyectos colectivos como puede ser construir un estado de derecho o una sociedad civil.
Es lo principal y aqui dicho por Castaneda, "La supuesta devoción mexicana por la democracia choca con el individualismo de los mexicanos, y con su rechazo categórico a cualquier red horizontal de solidaridad, asociación, trabajo voluntario o forma simple de organización. El país presenta altos grados de desconfianza hacia sus instituciónes; carece de un sentido de la representación política y muestra un sentimiento profundo de ineficiencia e intolerancia politíca, ademas de un desapego generalizado respecto a la ley y una concomitante propensión a la corrupción."
Mucha palabrería, pero traza bien las fronteras de la propuesta encontrado en "Mañana o pasado, el misterio de los mexicanos."
Este deseo solitario nace de muchas cosas, entre ellas una "completa desconfianza mexicana hacia el gobierno y las instituciónes" en un país donde "la posesión de una parcela de tierra sigue representando la mejor defensa frente a un mundo exterior predatorio," opina el autor, un ex-ministro de asuntos exteriores en la administración de Vicente Fox.
Pero México anda camino hace el nuevo mundo. Castaneda nos informa que, "Para al final del periodo de Felipe Calderon, la población del país será, más o menos, dos terceras partes de clase media con todo lo que ello impílica política, económica, y socialmente; pero tal vez no, desafortunadamente, en terminos culturales."
Otro imperfección, o sea cosa poca perfecta, es la tendencia de esquivar el enfrentamiento.
Para el mexicano, "El único benefício posible derivado del la confrontación directa es que alguien pierda y alguien gane, y casi siempre, el que pierde va a ser mas 'mexicano' o mas' 'popular' que el ganador."
O, dicho de otra manera, el mexicano piensa que "Es mejor decir aquí corrio, que aquí murio."
Se tropieza con este tendencia en los ambitos de la economia, la política, los sindicatos o los medios de communicación.
En lo que se refiere al la democracia, los mexicanos lo valúa como un instrumento para "permitir y promover la convergencia entre fuerzas políticas" en ver de guarantizár que las divergencias "permanezcan en el rango de las resoluciónes pacíficas," tal y como el autor lo prefiere.
El país también sufre de una concentración del poder, poca sana para el futuro de la sagrada clase media.
Sugiere el autor que estas actitudes son arraigadas en la historia indígena de Mexico, "un tanto distinta de las otras por que la víctima es rey, la derrota es glorificada y las influencias y agentes extranjeros son decisivos e implacable," dice Castaneda.
El autor utilíza tal cantidad de datos que casi se aburre al lector, salvo que estos ejercícios académicos son compaginados con otros pensamientos mas curiosos, si no tan empiricos, como puede ser lo significado del cantor Juan Gabriel, el arte de Cantinflas, o el por que la selección Mexicana de futbol no vale diez pesos.
Un tóque suave ejerce Castaneda aqui. No grita, no insiste, sino sugiere y hasta entretiene con sus propuestas para México que, si no resuelven las grandes cuestiones aquí enumerados, abren camino hacía posibles debates y respuestas.
Para los que se interesan, quieren o aman a México, merece la pena sorber algúno de los pensamientos aquí presentados.
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